sábado, 18 de septiembre de 2010


Ese día llame al poeta
No se acordó de mí
Repetí mi nombre sin saber quién era
Y me sorprendí cuando noté
Que la palabra pronunciada
Estaba escondida en los libros que ese día leyó
Escondí los nervios y exhalé el humo salvaje
Que sale del cuerpo
Cuando lo desconocido es nombrado
Vacile ante la tozudez del tiempo
Y el escarnio colectivo rutinario
Volteé la página del teléfono
Y le reí al ojo que aún me veía

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