miércoles, 26 de mayo de 2010

LIBERTAD DE PRENSA


PALABRA LIBERTAD TODAVÍA NO SE EXHIBE EN LA PRENSA


Sería injusto afirmar que en Colombia existe libertad de prensa y decir también que no hay.

Pero si hacemos una mirada retrospectiva en la historia de nuestro país, en las consecuencias de las acciones de los gobiernos, de los partidos políticos, de las guerras, de la corrupción, de los atentados a las empresas de prensa, a los intereses de las élites y a las masacres generalizadas y desvinculadas a las leyes y constituciones surgidas de pensamientos “libres y coherentes” podríamos concluir que sería difícil, complicado y casi absurdo asegurar que en Colombia existe la libertad de expresión y libertad de prensa.

Puede existir libertad de prensa con limitantes engendradas en las mismas empresas de prensa, ya que de los intereses que éstas tengan dependen todas las informaciones que el público recibirá y es allí donde juegan y son claves las palabras como objetividad y finalidades que tiene el periodismo, como lo dice la declaración de Chapultepec “Una prensa libre y responsable, es condición fundamental para que las sociedades resuelvan sus conflictos, promuevan el bienestar y promuevan su libertad”.

Pero no sólo obviamente las empresas de prensa tienen la culpa y el poco compromiso con la sociedad, el Estado, las instituciones y todos los organismos que se unen para el desarrollo del país son inherentes de difundir informaciones y contenidos que sirvan para que la sociedad conozca los procesos que se hacen para bien o no de ésta.

Un terrorismo constante a los periodistas una persecución a su libertad y a sus deseos profesionales, a su labor de reportería y un fatal fin para sus vidas, parece ligarse y verse una invisibilidad que siempre quedará en el silencio y en la impunidad los asesinatos, parece que siempre quedarán bien los de siempre y que los pocos que luchan por la verdad estuvieran condenados a que en el transcurso de los años las cifras de asesinatos aumenten a que ya las instituciones defensores de la vida de los periodistas se vean tranzados por los graves problemas de los países y por las pocas soluciones que éstos plantean.

Un país democrático el cual como dice William Ospina “convence y embrutece con un instrumento, la estadística indispensable para entender fenómenos pero raro al convertirse en la piedra filosofal”. Un país donde en el papel que promulga la libertad de expresión la vinculación en los procesos políticos y las salidas a los conflictos ironiza bastante con un país donde el que habla, calla al otro día para siempre, atentando y vulnerando el derecho fundamental, a la vida.

Una sociedad primitiva en la cual la ley pareciera un estorbo para alcanzar un logro, se viola con arrogancia y negligencia el pacto social dejando a algunos protagonistas más fuertes pero a la comunidad inevitablemente más débil, necesitada de la utilización de la palabra como fin informativo y suficiente para comprender la realidad.

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